Honoria envió a Atila una gran cantidad de dinero como regalo y una carta sellada en la que le pedía ayuda
Recreación de la caballería de los hunos |
Honoria, por su parte, inició una relación amorosa secreta con el procurador Eugenio, pero fue descubierta por el emperador y pronto hizo que lo decapitaran. Asimismo, obligó a su hermana, que estaba embarazada de Eugenio, a casarse con Basso Hercolano, un viejo senador de Constantinopla poco sospechoso de pretender el trono.
Honoria, entonces, decidió enviar a Atila una gran cantidad de dinero, como regalo, y una carta sellada en la que le pedía ayuda para defender, frente a su hermano, la «herencia» que le correspondía como Augusta. Como prueba de la autenticidad del mensaje, el embajador romano llevaba el anillo de Honoria. Atila se tomó el acto como una promesa de matrimonio, así que lanzó a sus tropas al rescate de su «prometida» reivindicando la herencia de Honoria. Valentiniano se negó a entregar a su hermana y el rey huno inició la invasión.
¿Cómo se desarrolló la invasión? Atila, encabezando un gran ejército, atravesó la frontera romana por Aquicum (Budapest) y saqueó varias ciudades como Maguncia, Tréveris, Worms, Colonia, Reims y Metz. Fue rechazado frente a Orleans por mercenarios alanos y, en el verano del año 451, se topó con el ejército de Aecio en un lugar denominado por Hidacio como Campus Mauriacus y por Jordanes como Campos Cataláunicos, ubicados probablemente cerca de Troyes o de Châlons-sur-Marne, en Francia.
¿Quién salió vencedor del choque? Lo cierto es que no lo sabemos porque las fuentes no lo dejan claro. Jordanes, en sus escritos, explica que Aecio se creyó vencedor de la batalla porque los hunos se refugiaron en su campamento pero, lejos de la realidad, Atila continuó su ofensiva por los territorios de Padua, Aquileya y Verona, llegando incluso a amenazar a la ciudad de Roma. Según Procopio, el papa León I tuvo que mediar en la disputa, le ofreció a Atila un fabuloso botín a cambio de la retirada y, asimismo, le engañó indicándole que Honoria había muerto. Por tanto, en vista de que su presencia en las provincias romanas había dejado de tener sentido y de que la peste estaba mermando su ejército, Atila decidió retirarse.
Al final, en el año 453, Atila murió en su palacio de una hemorragia que sufrió durante la misma noche de su boda con la germana Ildico. Las luchas entre sus hijos diluyeron el Imperio huno poco tiempo después.
Bibliografía
BUSSAGLI, M., Atila. Alianza Editorial, Madrid, 1988.
CABEZAS VIGARA, J.A., En busca del fuego... y otras historias curiosas de la Antigüedad. Editorial Espasa (Grupo Planeta), Barcelona, 2000.
HEATHER, P., La caída del Imperio romano. Crítica, Barcelona, 2006.
SANZ SERRANO, R., Gala Placidia. Orto, Madrid, 2006.
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