La extraña muerte de Winckelmann, uno de los padres de la Arqueología clásica

En 1768, Winckelmann viajó a Viena y fue recibido y agasajado allí por la propia emperatriz María Teresa

Johann Joachim Winckelmann, por Anton von Maron (1768)

Johann Joachim Winckelmann nació en el año 1717 en Stendal, una ciudad de la Sajonia prusiana. Era el hijo de un humilde zapatero que, después de muchos años de estudio, terminó por convertirse en uno de los grandes expertos en la arquitectura de la Antigüedad y en uno de los principales teóricos del movimiento neoclásico del siglo XVIII.

Durante su juventud, gracias a sus primeros estudios de literatura clásica, se despertó en él un gran deseo de visitar Roma. Finalmente consiguió ir y su ascenso en la Ciudad Eterna fue grandioso. Tanto fue así que, en el año 1754, lo nombraron bibliotecario del cardenal Passionei, por lo que se tuvo que convertir al catolicismo y hacer de Italia su lugar de residencia.

Por aquel tiempo, la arqueología estaba dando sus primeros pasos y, claro está, nada tenía que ver todavía con la disciplina científica que conocemos en la actualidad. Lo cierto es que en Italia se estaban realizando grandes descubrimientos arqueológicos en sitios como Pompeya y Herculano. Pero, entonces, los hallazgos eran guardados tan celosamente por sus excavadores que ni si quiera se permitía entrar a los interesados a los yacimientos ni a los talleres de trabajo para observar.

Winckelmann, a pesar de todo, con su característica habilidad, consiguió eludir esa prohibición lo suficiente como para reunir material para escribir varios de sus libros. Entre otros, en 1764, publicó su Historia del Arte de la Antigüedad, considerada como su obra primordial. En este escrito, el autor hablaba de las cuatro fases que se podían distinguir en el arte griego: el estilo antiguo, el estilo elevado, el estilo bello y la época de los imitadores; y las concebía como la evolución biológica de un organismo vivo. Estas cuatro fases pueden emparentarse con lo que hoy conocemos como el estilo arcaico, el primer clasicismo del siglo V a. C., el segundo clasicismo del siglo IV a. C. y, por último, el estilo helenístico.

Se puede afirmar, por tanto, que fue el primer autor que estudió la evolución del arte antiguo y que intentó establecer una deducción lógica de la historia y del trasfondo social del mundo antiguo, a través de los restos que nos han llegado.

En 1768, Winckelmann viajó a Viena y fue recibido y agasajado allí por la propia emperatriz María Teresa. Pero lo que él no esperaba, claro está, es que las recompensas pecuniarias que este viaje le aportaron por su trabajo le llevarían a la muerte.

En su viaje regreso a Italia, el 8 de junio de 1768, se mostró tan espléndido con sus ganancias pecuniarias que, durante su estancia en una fonda de Trieste, dio lugar a que un ladrón le atacara y le provocara la muerte en su propia habitación.

Actualmente sabemos que el asesino se llamaba Francesco Arcangeli, que era un delincuente común que se hospedaba en la misma pensión que Winckelmann y que, momentos antes del fatal desenlace, el “arqueólogo” le había estado mostrando unas curiosas medallas antiguas que la emperatriz le había regalado durante su viaje a Viena.

Bibliografía

CABEZAS VIGARA, J.A., En busca del fuego... y otras historias curiosas de la Antigüedad. Editorial Espasa (Grupo Planeta), Barcelona, 2000.

CERAM, C. W. El mundo de la arqueología. Ed. Destino, Barcelona, 1969.


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